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Conversamos con Mila Montaldo sobre la Reforma Judicial Feminista y la importancia de la capacitación judicial, con la incorporación de perspectivas interdisciplinarias y transdisciplinarias. Nos comparte su visión del Poder Judicial ante a los casos de violencia de género y los desafíos para lograr una justicia al servicio de la sociedad.

Entrelíneas: ¿Qué significa pensar una reforma judicial desde una mirada holística? ¿Qué potencialidades tiene esta propuesta?

Mila Montaldo: Primero gracias por este encuentro. Siempre es hermoso compartir con compañeras militantes, laburantes. Militantes más que nada en contra de las desigualdades sociales: porque de eso se trata el feminismo. Simplemente que el feminismo estudia las desigualdades sociales por razones de género; pero también el enfoque de derechos humanos y de género, que lo que hacen es adentrarse en toda persona que se sienta vulnerada, vulnerabilizada o discriminada por sus condiciones sociales, étnicas, de raza, de clase.

El feminismo y el enfoque de género y derechos humanos son los que tienen una metodología para abordar estos casos y ponerlos en términos de equidad. El feminismo es transversal, incorpora a los hombres y también a las mujeres y las disidencias. Eso es el feminismo de Bell Hooks, que dice que el feminismo es para todo el mundo, si queremos hacer una revolución social para una sociedad de iguales.

¿Qué es lo que traemos las ciencias sociales para aportar al sistema judicial, entre otras cuestiones? Es justamente tener un enfoque epistemológico que nos permita ver a les individues que estén en ese expediente judicial desde un punto de vista integral. Desde un punto de vista holístico, que significa abordarlos desde sus complejidades, sus tramas sociales, tramas familiares. Lo que hace el expediente es recortar; es una mirada muy sesgada de la conflictividad social en sí misma. Cuando ingresa una conflictividad social al sistema judicial, ingresan por un lado procesados, procesadas, prosesades, ingresan víctimas. Y en función de la naturaleza del delito, de la psicología del delito vamos a ver si estas personas procesadas no siguen siendo víctimas.

Debemos tener una mirada mucho más abarcativa, que lleva a un debate más profundo. Obviamente diríamos que en el marco del sistema penal argentino, y por las características de sectores sociales a los que pertenecen la mayoría de mujeres, hombres y disidencias que están abarrotadas en el sistema judicial, y en las tipologías de delitos, indefectiblemente hay un rasgo estrictamente de clase y reproductor de las desigualdades sociales en el sistema de justicia. De eso no nos cabe ninguna duda.

“Nosotras estamos diciendo que en el marco de una reforma nos dediquemos a construir equipos interdisciplinarios, con la vía de una posible transdisciplina, que nos permitan hacer una mejor interpretación de esa conflictividad social. Y a partir de eso, cuál es el mejor fallo, que no solo tiene que ser una pena que esté constituida en la norma según el delito que haya cometido ese varón violento. Sino, por sobre todas las cosas, que tenga protección a la víctima, con restitución de derechos a la víctima”.

La mirada holística en el sistema judicial es incorporar una mirada integral a esa conflictividad que ingresa. Y en esa conflictividad sabemos que ingresan procesados (personas que van a tener condena) y a su vez víctimas. Y en el marco de ese entramado jurídico, poder construir la historia social de esos sujetos, de esas sujetas, que ingresan al sistema judicial a través de un conflicto social. ¿Qué nos permite eso? Esto no lo puede hacer obviamente el derecho por sí mismo, porque justamente el derecho tiene una mirada unidimensional del conflicto; y eso es recortarlo, es tener una mirada sesgada. Por eso quizás, las respuestas que se han dado hasta la actualidad han puesto en tensión las causas judiciales que se tramitan por violencia de género. Por eso la necesidad que se incorporen otras disciplinas como el Trabajo Social, la Psicología. Pero también tendría que estar trabajando la Antropología y la Sociología, para poder aportar a un mayor argumento, a una mayor construcción de estos conflictos sociales. El poder punitivo tiene una efectividad que está en crisis, que está discutida.

¿Cómo lo podemos abordar desde el interior del sistema judicial? A través de una lectura integral, a través de una lectura holística para la interpretación de ese conflicto, porque bajo ningún punto de vista, nosotros decimos reformar todo el sistema penal y que los fallos y los dictámenes los determinen los trabajadores sociales. Nosotras estamos diciendo que en el marco de una reforma nos dediquemos a construir equipos interdisciplinarios, con la vía de una posible transdisciplina, que nos permitan hacer una mejor interpretación de esa conflictividad social. Y a partir de eso, cuál es el mejor fallo, que no solo tiene que ser una pena que esté constituida en la norma según el delito que haya cometido ese varón violento. Sino, por sobre todas las cosas, que tenga protección a la víctima, con restitución de derechos a la víctima. Y esto tiene que ver con una mirada más holística.

Integración de equipos técnicos

Entrelíneas: Nosotros tenemos un conflicto gremial instalado en torno a los equipos técnicos de Córdoba. Tenemos equipos técnicos que están completamente subordinados; de hecho son auxiliares de la justicia, se ve en términos concretos desde el punto de vista gremial. No tienen su propio escalafón, no tienen orden de mérito propio. No hay un procedimiento igualitario en cuanto a lo que es el acceso a los cargos de coordinación, como tenemos el resto de la parte jurisdiccional, que rendimos concurso. Hay mucha deficiencia en lo que hace a la carrera judicial de esas compañeras. Estamos hablando de trabajadoras sociales y psicólogas en su gran mayoría. Nosotros denunciamos que hay un techo de cristal en relación a la carrera judicial de estas compañeras. A esta visión del conflicto en términos de género, también consideramos que es una cuestión elitista: como no representan la mirada del derecho, hay que ponerlas en otro costado. ¿Qué opinión te merece?

Mila: Les cuento una experiencia en el Ministerio Público de la Defensa de la Nación. Éramos un grupo de trabajadoras sociales que ingresamos en el 2005. Hacíamos mucho trabajo de perito, trabajo territorial, y a una compañera le intentaron robar y la lastimaron en el territorio. No teníamos obra social, no teníamos nada. Todas las trabajadoras sociales de la justicia nacional nos estábamos reuniendo porque no teníamos entidad dentro del sistema judicial en general. Estábamos viendo cómo abordar este tema de la reglamentación. A partir de que nos llegamos al gremio, en la búsqueda de tener reconocimiento, lo que se hizo fue una resolución que se tomó en la negociación colectiva: tanto las psicólogas como las trabajadoras sociales, que no existíamos dentro del reglamento como profesión, ingresamos con un cargo de oficial y a los 5 años automáticamente pasábamos a pro secretarios. Eso fue una forma de empezar a aparecer en un reglamento donde solo estaba la carrera jurídica. Eso fue un paso adelante, que vuelvo a repetir, en el Ministerio Público Fiscal esto no existe; pero sí existe en el Ministerio Público de la Defensa. Eso fue un hecho concreto.

“El Feminismo como movimiento político que viene a poner sobre la mesa absolutamente todas las desigualdades sociales, pone en evidencia esas carencias del sistema judicial, que justamente lo que tiene es que esas carencias devienen de una mirada colonial. Nosotras creemos que la reforma judicial tiene que ser feminista, tiene que incorporar una mirada transdisciplinaria al conflicto”.

 

Nosotras somos disciplinas subsidiarias si se quiere, porque como no son vinculantes nuestros exámenes, el juez, la jueza, le magistrade puede incorporar al dictamen el fallo, o no, según conste en su interpretación del conflicto. Esto tiene que ver con la colonialidad que tiene el derecho en cuanto a poder en sí mismo; respecto de una manera de leer el funcionamiento del sistema judicial.

Cuando nosotros decimos la justicia, no la justicia esa que les abogades dicen La Justicia. Esto es mentira, es una construcción abstracta que encima les abogades, les magistrades en general le dan un contenido de significación que para la sociedad le juez, la jueza es algo impoluto, algo intocable. La Justicia no le corresponde al Poder Judicial, la Justicia es un valor social que es pertenencia de la sociedad, y la sociedad determina qué es justo. Es el sistema de justicia, porque si hablamos del Poder Judicial omitimos los Ministerios Públicos y el sistema de justicia es un todo. Justamente es un poder que en el marco de un estado burgués que se organiza, lo que tiene que hacer es arbitrar, organizar, administrar la legislación y las normas pertinentes en este país, y/o las que el Estado a través de convenciones y acuerdos internacionales incorpora. Lo que tiene que hacer es administrar un órgano que tiene que contribuir a disminuir los conflictos sociales, a través de un sistema legislativo que ni ellos, ni el sistema judicial en sí mismo produce. La legislación y las normas las produce el sistema legislativo; por lo tanto el rol del sistema judicial es contribuir a disminuir los conflictos sociales. Pero no es La Justicia.

Por eso está en crisis hoy el sistema judicial. Porque en la representación social de la gente, en el imaginario colectivo, la justicia no funciona como tal. Porque volvemos a este eje, si comprendemos que la justicia es simplemente la aplicación normativa para resolver un conflicto y dejamos por fuera todo lo que hace a ese conflicto social. Dejamos afuera los dispositivos de asistencia, los dispositivos de rehabilitación. Muchos casos que comenzaron como violencia de género terminaron en un femicidio. Entonces lo que ha hecho el feminismo es darles esta construcción discursiva, esta forma política de poner en tensión al sistema de justicia. Algo que ya sabemos que venía sucediendo, desde los sectores más vulnerables, por ejemplo con la situación de les pibes en las villas y la violencia institucional, la violencia policial. El Feminismo como movimiento político que viene a poner sobre la mesa absolutamente todas las desigualdades sociales, pone en evidencia esas carencias del sistema judicial, que justamente lo que tiene es que esas carencias devienen de una mirada colonial.

Nosotras creemos que la reforma judicial tiene que ser feminista, tiene que incorporar una mirada transdisciplinaria al conflicto, más allá que la normativa y la aplicación de la normativa venga por parte del magistrade. La construcción y la interpretación de esa conflictividad es justamente la que tiene que aportar y son las diferentes ciencias las que tienen que aportar al derecho. Y obviamente el Fallo va a tener una mirada mucho más holística a solamente incluir la normativa en forma escueta.

Entrelíneas: Y esa inclusión necesariamente implica un reconocimiento a sus trabajadoras y también a esas disciplinas en conflicto.

Mila: Por supuesto, no pueden seguir siendo subsidiarias, auxiliares. Cualquier persona que tiene empatía o sensibilidad social con las problemáticas de la realidad va a tener una necesidad, como muchas abogadas lo plantean en los conversatorios, necesitará herramientas que no tiene, porque no son parte de su acervo epistemológico, de su formación, de su matriz académica. Y para eso requiere de una cantidad de herramientas teóricas, que le aportan a la construcción de esa conflictividad.

Entrelíneas: ¿Qué significa que el sistema judicial atienda la violencia de género?

Mila: Es la realidad social y el movimiento feminista los que en los casos de violencia de género han hecho implosionar al sistema judicial por la lentitud de los procesos, por cómo son tratadas las víctimas y las niñeces en el marco del proceso judicial. Todavía tenemos que seguir horadando que los discursos no sean técnicos o desde un punto de vista netamente jurídico para que la gente pueda entenderlos. Cuando eso ya se supone que debiera ser una regla general. La gente tiene que comprender a lo que está atenida en el marco de un proceso legal. La justicia actualmente tiene una mirada de poder y no de servicio. El Poder Judicial es algo impoluto, y el que está ahí arriba o la que está ahí arriba (porque las mujeres también somos reproductoras de masculinidad) ejerciendo el poder y arbitra desde arriba el poder y todos los súbditos tenemos que hacer lo que le magistrade determina. Bueno esta cosa que aparece como una pirámide es totalmente asimétrica, de horizontalidad no tiene nada, por lo tanto los conflictos y las situaciones sociales que llegan a la justicia ya sea en el ámbito de lo civil, como en lo penal, va a tener esta mirada también. Y cuando pida la contribución de otras disciplinas va a ser de manera recortada a partir de lo que esté interpretando ese magistrade de lo que sucede en ese conflicto social.

La Ley Micaela como punto de partida

Entrelíneas: Todo esto hace que hoy tengamos una institución plagada de prejuicios, de estereotipos. ¿Cómo seguimos profundizando este proceso de ruptura dentro del Poder Judicial? ¿La ley Micaela es suficiente?

Mila: Creo que hay que hacer una gran red con abogadas, juezas –que las hay–, que piensan realmente en la interdisciplina, que no tienen pensamientos totalitarios o autoritarios. Al contrario tienen un pensamiento autocrítico de que el derecho fracasó. Nosotras tenemos que visibilizarnos armando una gran red para hacer oír nuestra voz. Me parece que tenemos que armar estrategias a nivel local y a nivel nacional. La virtualidad nos ha dado herramientas extraordinarias, podemos llegar con una propaganda de norte a sur; cosa que antes era imposible. Y creo que hay que utilizar las herramientas sindicales para incorporar el debate sobre la democratización del sistema judicial; y que un aporte extraordinario a la reforma es la transdisciplina como algo innovador. Introducir este debate e imponerlo en el debate público, local y nacional.

La ley Micaela es muy importante. Fíjense que se han podido destronar un montón de personajes que aparecían tremendamente progresistas. Inclusive hasta la propia Corte, como poder del Estado se ubica por fuera de la legalidad. El Poder Judicial se considera por encima del resto de los poderes, diciendo que para ellos no hay una obligatoriedad de la ley Micaela. Sin embargo, por suerte los resortes intermedios, como el Consejo de la Magistratura, permiten no solo formar a les empleades, magistrades que actualmente están en el Poder Judicial, sino para los que vienen como un elemento nodal en los concursos. Esto ayuda a deconstruir, aunque no es lo único. Flexibilizar los concursos me parece importantísimo.

Otra herramienta que puede ocurrir en los sindicatos de trabajadores, es generar permanentemente talleres de actualización de género. No significa que son clases magistrales, que vamos a ir a sentarnos. El formato taller significa intercambiar experiencias, hablar de las cotidianidades, sobre qué nos faltaría. Proponer desde el gremio lo que por ahí les trabajadores en forma individual no podrían. Creo que el tema de género admite una permanente actualización, porque la deconstrucción no viene solamente de aprender un concepto. La deconstrucción viene cuando la tengo que aplicar.

Entrelíneas: El sindicato tiene mucho más para aportar.

Mila: El sindicato es la herramienta de les trabajadores. Y lo que lleva a les trabajadores al sindicato no solo son las situaciones que padecen hacia el interior del mundo laboral, sino las situaciones que padecen en el mundo laboral, pero que deviene de la gente y las demandas de la gente. Y así como se ha instituido el sistema, el funcionamiento y la administración de justicia no dan respuesta, y eso también genera angustia, eso también genera frustración y también afecta a la función de ese trabajador judicial.

Entrelíneas: ¿Hasta dónde el Poder Judicial puede dar una respuesta y hasta dónde no?

Mila: Entre todas las cosas que una está leyendo, escuchaba a alguien decir que no podíamos echarle toda la culpa al sistema de justicia. Y en eso estamos de acuerdo, cuando un caso de estas características llega al Poder Judicial, es porque el resto de la institucionalidad ha fracasado. El sistema judicial es el último peldaño. No es que una mujer se levanta víctima de violencia de género y dice basta me voy a la justicia a hacer una denuncia por violencia de género. Previamente ha pasado por un dispositivo de salud, donde se ha evaluado los hematomas previos, donde habló de dónde surgieron esos hematomas, ese maltrato. Un médico va a derivar a una psicóloga. Habrá existido un dispositivo educativo, donde se habrá advertido previamente en les niñeces que había una situación de maltrato y violencia en esa familia. Habrá existido un dispositivo de niñez, que seguramente ha intervenido. Son todos los lugares con que cuenta el Estado para intervenir antes de que esta situación social llegue al sistema judicial. Entonces cuando ese conflicto ingresa, por eso mismo no se lo puede tomar de una manera sesgada o recortada.

El sistema judicial tiene que restablecer estas líneas comunicacionales con los dispositivos de asistencia, para que mientras se produce la investigación de la causa, haga intervenir en forma directa a los dispositivos de asistencia que están facultados. Pero no es “te tiro un oficio judicial y encargate”; es la comunicación permanente y constante entre el equipo del sistema judicial con el equipo de los dispositivos de asistencia.

Potenciar lo que hay

Entrelíneas: Nosotras en Córdoba tenemos una situación particular respecto del tratamiento de violencia de género, porque los fueros de violencia familiar, género, familia y penal están separados, incluso hasta ediliciamente. Lo cual genera que la víctima sufra un peregrinar de edificio en edificio, o ahora de operador en operador en whatsapp para entender qué pasa, adónde tiene que ir a reclamar qué. Este año se anunció un fuero especializado en violencia de género penal. ¿Qué opinión te merece?

Mila: Creo que lo que hay, lo que existe, tenemos que potenciarlo. Tenemos que formarlo y transformarlo. Porque si no vamos a tener un sistema judicial que va a seguir funcionando en torno a un sistema patriarcal y vamos a crear una estructura aledaña que va a ser deconstruida trabajando y a partir de lo que entendemos como justicia comprometida de género. No soy partidaria de crear nuevas estructuras. Creo que es seguir engrandeciendo la institución en cuanto a poder y creo que los recursos tienen que ser para formar y capacitar. Imbuir de más recursos humanos a los dispositivos que ya existen, especializarlos, incorporarles recursos económicos. Y por sobre todas las cosas la reconstrucción de la mirada masculinizante, de la justicia patriarcal. Sino vamos a crear ese lugar y el resto va a seguir funcionando igual.

Entrelíneas: ¿Cuál es el rol que tenemos que tener los gremios?

Mila: Obviamente lo sindical tiene que ver con los derechos de les trabajadores. Pero en los derechos de los trabajadores están también los derechos de la sociedad. Hay que trabajar muchísimo esta mirada feminista en la realidad social, que no es un problema de las mujeres y disidencias, es un problema de la desigualdad en general. Todos estamos siendo de alguna manera explotados por este sistema y eso es lo que viene a plantear el feminismo. Tratar de sacar la mirada sexista que tenemos de la construcción del mundo. Deconstruir una realidad y un mundo sexista que se traduce en el lenguaje, en la forma de pensar, en la forma de leer los problemas. En la medida que avancemos en esta reforma judicial feminista, como organización sindical, dando los debates correspondientes, en los lugares que tenemos que darlo.

Estamos rompiendo con el modelo hegemónico, asimétrico, colonial, que en el sistema es un poder, y en tanto poder se erige por sobre las necesidades de la sociedad. Porque cuando nosotras formamos dentro de la reforma judicial feminista, lo que hacemos es generar sensibilidad y dar herramientas para comprender la desigualdad. Ahí es donde tenemos que trabajar fuertemente, en todos los espacios que se nos permita. Esto del lenguaje inclusivo es todavía chocante hasta en compañeras y compañeres. Para ir en contra de la discriminación existente, hay muchísimos materiales para incorporar a la reflexión y al debate sobre la necesidad de incluir en la construcción del discurso. Romper con los discursos y el lenguaje sexista.