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Conociendo experiencias primitivas y las más actuales, sobre todo en el mundo del trabajo, pero también los aportes que se suman a nuestra vida doméstica, emprendemos el viaje a lo desconocido: la nueva Inteligencia, Artificial que la humanidad ha parido y corre en paralelo con la realidad de cada persona, familia, instituciones privadas y estados. En ese camino de conocer y adquirir herramientas, compartimos esta entrevista con Carina Borrastero, Doctora en Cs. Sociales, investigadora del CONICET y docente en las cátedras de Economía Industrial e Introducción a las Ciencias Sociales en la Facultad de Cs. Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Sus investigaciones la llevaron a caminar entre las fábricas para poder desmenuzar los procesos industriales, la digitalización productiva y, en general, los cambios tecnológicos. Pero también su impacto en diversos ámbitos de la sociedad. Resultó una extensa charla entre conceptos novedosos; teorías y herramientas en modo de prueba; y un repaso por las tecnologías que ya se aplican en nuestra Córdoba, el país y la Región. 

Entrelíneas: ¿Por qué considerás que es relevante debatir hoy sobre el rol y el impacto de las tecnologías en el mundo actual?

Carina Borrastero: Es relevante principalmente porque se trata de cambios omnipresentes. Vemos que están presentes, que aparecen y que tienen efectos distintos ámbitos sociales. Aquellos que más registramos, son los que tienen que ver con los cambios a nivel doméstico de nuestras actividades diarias. Tanto en nuestros hogares como en el sistema educativo, como en los espacios de producción y trabajo en los que participamos. Y algunos otros cambios, de orden más general, que tienen que ver con el sistema económico y las actividades productivas de las que todos y todas participamos, de algún modo u otro se ven afectadas, modificadas, en alguna medida. Pueden ser modificadas. Aparecen y se registran modificaciones potenciales, que pueden generarse a partir de las tecnologías digitales trasversales que conocemos. Y que se están desarrollando a un ritmo vertiginoso. Entonces, este último aspecto no es irrelevante: el ritmo al cual las innovaciones transcurran. Porque eso significa también que toman estado público, que se transforman en un problema público y que, independientemente de que cada persona esté afectada o no en su vida cotidiana o en mayor o menor medida por esto, este conjunto de cambios tecnológicos y estos sistemas de cambios tecnológicos sabe que eso existe. Y presupone, o presuponemos todos y todas en general, que en algún momento pueden llegar a afectarnos.

También hay cambios concretos que se están produciendo y que, por supuesto, de acuerdo a aquellos ámbitos sociales, sectores de producción y de trabajo en los cuales cada quien participa, estamos viendo y nos están llegando. Esos cambios tienen que ver con el uso de plataformas para distintos tipos de actividades cotidianas: desde formas de comunicarnos con los demás; consumos culturales como qué series miramos, dónde las miramos; y los debates sociales que se producen y que están mediatizados hace tiempo, hoy también pasan por distintos tipos de espacios digitales. No es que son plataformas. Si uno mira lo que hay detrás, porque lo que vemos es lo que tenemos enfrente, no vemos una pantalla: vemos una serie de imágenes y discursos que ahí aparecen. Detrás de eso, existe una trama industrial y un régimen de producción económica. Porque cada una de esas redes sociales, cada una de esas plataformas como YouTube o Netflix de los que participamos o que usamos, es una empresa. Entonces es partícipe de una trama económica que no la vemos pero que, en gran medida y cada vez más, está determinando algún aspecto de nuestras vidas. Por todo eso es importante hablar hoy de cambio tecnológico. Y hablaremos en adelante de impactos específicos en el mundo del trabajo.

Entrelíneas: ¿Cómo crees que la Inteligencia Artificial está transformando la industria tradicional?

Carina: La inteligencia artificial todavía está afectando bastante menos de lo que creemos o de lo que podemos ver a la industria tradicional. Son incipientes los cambios que se dan, la experiencia de digitalización productiva. Incluso entre los países desarrollados o en el mundo central; no es solo una realidad de Argentina o de la región latinoamericana. O de aquellos países que participan menos, digamos, en las cadenas de producción, que casi todas ellas son globales. Es incipiente, pero se está transformando el modo en que se desarrollan algunas tareas, quizá para generar los mismos productos. Por ejemplo, en el campo de la producción automotriz, que es una de las industrias más consolidadas y que tiene estas características, que es global, que está presente en distintos tipos de países. Acá en Argentina y acá mismo en Córdoba tenemos exponentes de plantas de producción automotriz. Y el sector automotriz, junto con el sector de soja, fueron los sectores más tradicionalmente tecnológicos, se consideran en el campo de la economía de innovación como sectores insignia de la innovación, suelen marcar el ritmo de la innovación, las innovaciones de punta de lanza. Y suelen dar cuenta de hacia dónde está yendo la innovación en relación a qué tecnologías, a qué ritmo pueden avanzar y con qué otras tecnologías y otros sectores están relacionados.

Entonces, este ejemplo no es casual, sino que es un sector clave para observar cuando queremos ver estas tendencias. Y lo que está pasando es que hay muchos proyectos de transformación digital. Vemos que en algunas zonas estrictamente son de transformación digital, en el sentido de empezar a utilizar la inteligencia artificial para el proceso productivo. Y otros, que no tienen que ver específicamente con la transformación digital, pero sí con transformaciones de otro tipo. Como las transformaciones hacia la electro movilidad o hacia las tecnologías sustentables dentro del sector automotriz, que en muchos casos van relacionados.

En el caso de la inteligencia artificial, cosas que pasan, por ejemplo, es que si uno entra a la página de lo que era Fiat que en realidad es un grupo monopólico global que tiene 18 marcas en todo el mundo. Pero acá la llamamos Fiat: la planta Córdoba de esta empresa es la que históricamente fabricó Fiat y hoy se está fabricando los Fiat Cronos. En el proceso productivo del Cronos hay una sola sección en la cual hay incorporada una sola tecnología Inteligencia Artificial, que es la de Visión Artificial. Es una herramienta sencilla de visión artificial que implica, para la etapa de la soldadura de piezas al chasis, se pueda usar herramientas de previsualización. Para poder identificar los puntos de la soldadura y de ese modo dirigir un robot que haga la soldadura. La soldadura hasta el día de hoy se está haciendo manualmente. Y eso no tiene que ver solamente con costos. No es un déficit, necesariamente. Sino que es una tarea bastante compleja que, por lo general, además de precisión requiere concentración y criterio. Y eso es algo que un ser humano puede manejar, no necesariamente una máquina. Entonces, no lo asociemos con un subdesarrollo del proceso productivo. Sino que técnica y estructuralmente implica eso. Las herramientas de visión artificial pueden ayudar, por ejemplo, a identificar varios puntos de soldadura a la vez y que, quizá, cambien de lugar. Hablamos de coordenadas milimétricas. Para que entonces, a mediano plazo, un robot sí pueda hacer la soldadura, en un plano con puntos que no son siempre iguales. O sea, los robots lo que hacen es replicar acciones siempre del mismo modo. Entonces, todo lo que está alrededor del robot: la pieza con el que va a trabajar; y el sistema que le trae la pieza; la pieza que viene después, la que vino antes. Todo tiene que funcionar milimétricamente para que pueda funcionar. Ahí hablamos de automatización.

Una digitalización de ese proceso y que además implique no sólo tecnología digital, sino inteligencia artificial, no necesariamente implica esa rigidez. Entonces, esa sería la ventaja técnica de utilizar inteligencia artificial. Pero cómo los procesos de producción automotriz son rígidos y son procesos productivos que iniciaron hace 30 años, tampoco es tan fácil transformarlos. No es que la inteligencia artificial, como es flexible por sí misma, va a permitir flexibilizar un sistema productivo completo. Desde que tenemos las piezas y va pasando por la cadena de montaje, en una planta de diez hectáreas, hasta que el proceso termina. No, sino que quizás en pequeños puntos de ese proceso para determinadas tareas que donde pueda ser sustituible o el robot o el trabajador humano se puede incorporar la inteligencia artificial. ¿Ayuda? Sí ¿Ayuda teóricamente? Un montón. Pero, en la realidad de los procesos industriales de manufactura, de esto hablamos cuando hablamos de negocios tradicionales, no es tan fácil modificar esos sistemas productivos. Y entonces son todavía incipientes los usos. Y las estadísticas reflejan esa realidad.

…no vemos una pantalla: vemos una serie de imágenes y discursos que ahí aparecen. Detrás de eso, existe una trama industrial y un régimen de producción económica.

 

Cuando se habla de introducción de tecnología 4.0, que serían tecnologías inteligentes y de automatización y digitalización en la industria, casi no hay países en los que ese indicador supere el 4%. Que el 4% de las empresas de la industria están incorporando procesos de ese tipo. Y, a la vez, cuando uno pasa a observarlo por dentro, lo que se encuentran muchas veces son ejemplos como los que comento, donde el indicador tampoco dice demasiado. Hay que ver qué es lo que se está modificando, en qué medida se está modificando. Y si es actual o es un proyecto que requiere de otras etapas posteriores para completar y que se puede hablar realmente de un proceso automatizado por completo y sin intervención humana -o sin intervención humana en la mayoría de sus fases- que es lo que implicaría realmente estar utilizando inteligencia artificial en un proceso de producción industrial. Por supuesto que esto heterogéneo. Hay industrias determinadas; países, regiones del mundo determinados; donde se usan más o menos. Y donde hay mejores o peores condiciones para incorporar rápidamente este tipo de tecnologías. Pero en términos generales, la adopción de estas tecnologías en la industria va lento. Y eso tiene que ver con las limitaciones de la integración de toda tecnología en un sistema tecnológico que ya existe.

Lo mismo sucede con la inteligencia artificial, por un lado. Y, por otro lado, también tiene que ver con el rango de sustitutabilidad de determinadas ocupaciones o tareas en cualquier sector productivo, por inteligencia artificial. Porque no todas las tareas pueden ser reemplazadas. Mientras más física sea una tarea, mientras más habilidades y destrezas físicas se requieren para desarrollarlas, menos expuesta está esa ocupación a poder ser sustituida por Inteligencia Artificial. Mientras más intelectual es, está un poco más expuesta. Pero también en ese gran campo hay grados importantes de diferencias. Ahí va a ser quizás lo contrario. Mientras más rutinaria y cuasi automática sea una tarea como, por ejemplo, la de un contador o contadora que utiliza sistemas de cálculo, más reemplazable es. O la de un investigador o investigadora en estadística o en matemática, más reemplazable es.

Mientras más creativo es el trabajo y más criterio humano requiere, y más contenido de conocimiento tácito… porque hay para cada tipo de producción una gran porción del conocimiento que el ser humano pone cuando hace su trabajo, que es tácito, que no se puede traducir en un código o en un manual de operaciones o de acciones. Por ejemplo, cómo hacer un cuadro; cómo dar una clase; cómo interpretar una determinada normativa. Mientras más de eso hay en el trabajo de cada quien, lo hace menos sustituible por inteligencia artificial. Por la sencilla razón de que la inteligencia artificial que hoy existe es una combinación de Estadística, Gramática y algo de Semántica. Es decir, códigos de distinto tipo combinados entre sí que, con la cantidad de datos y la capacidad de almacenarlos y procesarlos que tiene las máquinas y los algoritmos, se pueden trabajar todos juntos. Y eso es lo que da la potencia interpretativa a esa herramienta. Pero no es creativa. Incluso aquella que se llama generativa, porque lo generativo tiene que ver con el aprendizaje automático. Pero es un aprendizaje que también se produce sobre un conjunto dado de información, que se procesa a partir de instrucciones dadas. Entonces, no es creativo tampoco. Y con eso tiene que ver lo que está pasando con la digitalización y el uso de la inteligencia artificial en la industria. Por eso es limitado por ahora.

Entrelíneas: ¿Y en el marco de qué tendencias generales de la economía se inscribe la dinámica actual del mercado de las tecnologías? ¿Y cómo es su impacto en nuestras economías?

Carina: Se inscribe en el marco de una serie de tendencias globales. Por eso la magnitud de su afectación. Por un lado, la tendencia a la globalización productiva. Es decir, en determinados sectores, los que generan estas tecnologías transversales -pensemos en empresas como Google, Amazon, Facebook y las grandes empresas chinas que producen tecnología- son los que van concentrar en el sistema económico la capacidad de generar esas tecnologías. Y mantenerse a lo largo del tiempo como líderes. Eso combina una tendencia a la globalización productiva con tendencia a una híperconcentración económica. Cada vez hay menos actores en el sistema capaces de proveer, globalmente, tecnologías con este poder, con esa potencia. Esas dos tendencias son fundamentales. Y que son anteriores. Con tecnologías de generaciones anteriores: estas mismas empresas ya estaban globalizadas y ya estaba híper concentrado este sistema. Lo que sucede con la tecnología 4.0 y con la Inteligencia Artificial es un salto incremental. No cambia la naturaleza de la tecnología en sí, ni el sistema económico que está detrás, sino que es el mismo potenciado. Ya casi que son las mismas empresas las que lideran, desde fines de los 90 hasta hoy, esas redes de innovación. Y son la punta de lanza de esas innovaciones.

“Mientras más física sea una tarea, mientras más habilidades y destrezas físicas se requieren para desarrollarlas, menos expuesta está esa ocupación a poder ser sustituida por Inteligencia Artificial.”

 

Aparecen algunos actores que no conocemos antes, que son empresas más chicas, como puede ser el caso de OpenAI, que inventó el Chat GPT pero que está también vinculada. Era una startup en sus inicios que fue financiada por Microsoft para desarrollar su proyecto de chat GPT. No es que eran unos chicos informáticos que sabían mucho en un garage y que pronto descubren esa herramienta, lo publicaron y, como es tannnn buena, se hicieron famosos. No funcionaban así las cosas en el mundo de la innovación.

Y, en el mundo de estos otros sectores industriales, que son los que llevan la delantera en la adopción de este tipo de tecnologías, tampoco. Porque si volvemos al ejemplo anterior, el sector automotriz es igual de global y oligopólico. Y tiene estas características productivas también de combinar distintos dominios tecnológicos para poder generar su producto, que es una asociación.

Vos te subís al auto y, mientras de más de mayor gama es el auto, más tecnologizado está. Y, a la vez, más conectada está la empresa que fabrica con alguna de estas otras. Entonces, si te subís a un Rolls Royce, estás utilizando la nube de Amazon y los servicios de Prime Video para poder ver con ver pelis en el auto y escuchando música mientras vas manejando. Eso es algo vos no lo podés controlar. No lo elegís. Son sistemas que vienen con el auto, como vienen con las computadoras. Entonces, esa tendencia de globalización productiva y concentración del mercado de la innovación y del mercado, en general, se dan juntas. Las tendencias más nuevas que profundizan estas otras tienen que ver sobre todo con la plataformización. Y aquí sí aparecen algunos actores nuevos. Es decir, no son empresas tradicionales: en el sentido de que son empresas digitales que intermediar entre otros actores. Entonces, Netflix intermedia entre productores audiovisuales y consumidores de productos audiovisuales. Cuando hacemos un ¡Pedido Ya! esa plataforma intermedia entre nosotros como consumidores y un negocio que expone su producto. Amazon, intermedia entre negocios o personas que ofrecen productos y compradores individuales en determinados rubros. Y así.

Esas plataformas plataformizan no solamente el mercado, sino también el trabajo.

¿Por qué? Para todas ellas se necesita mucha gente que esté haciendo actividades que generen dinero sobre la plataforma. Algunos de ellos son trabajo en un sentido más tradicional. Si pensamos, por ejemplo, en el caso de un conductor o una conductora de Uber, están trabajando como transportista en vez de hacerlo de manera independiente o con una empresa de taxis. Lo hacen con una plataforma global a la que se suben y contactan consumidores de un modo aparentemente casual y arbitrario, pero que está gestionado algorítmicamente. O sea, por la misma plataforma. Eso se parece más a un trabajo como lo conocemos. Pero si comparamos con otro tipo de plataformas, como Mercado Libre… ¿qué es lo que parece que es Mercado Libre? Un lugar de clasificados, de anuncios publicitarios. Cuelgo alguna oferta de algo y alguien que la necesita matchea conmigo y me lo compra. Desde distintos marcos teóricos, toda esa actividad que genera dinero, por más que no sea remunerada, es trabajo. ¿Por qué? Porque está valorizando el capital de las empresas, hacen de mediadores. Y que se apropian de los beneficios económicos de su actividad.

Si no hubiera gente que optara por vender las bicicletas que ya no usa en Mercado Libre, Mercado Libre no podría ser la empresa que es. Si no hubiera consumidores que repasan las ofertas y buscan productos, tampoco. Y la cantidad de horas que pasamos -y cada vez pasamos más horas subidos a todos esos diferentes tipos de plataformas- son horas, en términos sistémicos, productivas. Generan valor, generan dinero, independientemente de cómo eso se distribuya. Porque de eso no llega nada a nosotros.

Quizás dependiendo plataformas. Es decir, si no somos trabajadores, oferentes o consumidores, no nos llega nada. Es el caso de YouTube. Las y los youtubers son generadores de contenidos audiovisuales. Muchos y muchas son pagos: reciben una remuneración, de parte de la plataforma, por generar los contenidos que permiten que la plataforma exista y que se masifique. Pero muchos otros no. Nosotros como docentes, por ejemplo, en muchos ámbitos se generan contenidos para YouTube, que se utilizan pata otras cosas. Porque es útil como recursos. Pero que, visto desde cierto punto, es trabajo no pago. Porque estamos trabajando en una empresa cuyo producto es el que nosotros generamos o somos nosotros mismos. Esa es la tendencia, la plataformización. Que cada vez se va profundizando. Visto desde el lado de la producción y desde el lado del trabajo. Y que se conjuga con las tendencias previas, a la globalización productiva y la concentración económica en los sectores tecnológicos.

Entrelíneas: ¿Hacia dónde se perfila el mundo del trabajo con el desarrollo y la incorporación de tecnología digitales de punta a la producción?

Y, como enganchada en la primera pregunta… ¿de qué factores generales depende o cuán rápido las tecnologías van a modificar el mundo del trabajo tal como lo conocemos?

Carina: Hacia dónde se perfila el mundo del trabajo no lo sabemos, porque no se puede hacer futurología sobre eso. Pero sí es probable presuponer, por las tendencias que ya se observan, que en distintos ámbitos y tipos de ocupaciones vamos hacia una digitalización cada vez mayor. Hay distintos tipos de estudios que rankean todas las empresas y todos los públicos. Y arman el ranking dependiendo de qué grado de exposición o de sustitubilidad de las ocupaciones. Y la profesión de los peluqueros y peluqueras es una sobre la que hay un consenso generalizado en que no va a cambiar a mediano plazo y a largo plazo por causa de la digitalización. Es un trabajo que va a seguir existiendo tal como lo conocemos. Otros trabajos, que mencionaba antes: contadores, estadísticos, matemáticos, etcétera, tienden a estar más expuestos y tienen más riesgo de ser sustituidos. Eso también es heterogéneo. Y para responder a la pregunta habría que tener en cuenta ese tipo de particularidades de los distintos tipos de trabajo. Pero, si lo miramos en términos sistémicos son muchos y son muy relevantes económicamente aquellos ámbitos en los que la digitalización está a la orden del día. O en donde las tendencias son más vertiginosas que en el resto de los ámbitos. Vamos hacia un lugar en el que tenemos que pensar en esta problemática. No hacer como que no existe. Tampoco alarmarnos, porque también hay muchos discursos circulando que tienen que ver con eso. Y que generan alarma. Y las alarmas se viralizan muy rápido. No nos vamos a quedar todo sin trabajo mañana. No vamos a ser sustituidos todos mañana por una máquina. Y pasado mañana tampoco, el año que viene tampoco. Pero, dependiendo de lo que hagamos, tenemos que pensar en qué puede pasar con esto… ¿qué puede pasarnos?

Y ese ¿Qué puede pasaros? tampoco lo tenemos que ver -¡Y esto es importante!- como algo que, necesariamente, nos va a caer encima. Poder ir pensando estas cosas, generar estos espacios para poder reflexionar sobre las características propias de una profesión, en un ámbito, en una actividad, también tiene que ver con que hay un cierto margen para incidir en políticas públicas, o corporativas o políticas sectoriales que puedan regular el ritmo de innovación. Los modos de apropiación de esas innovaciones. Y en qué medida se van incorporando: ¿Cómo? ¿Quiénes? ¿Para quiénes? ¿Para quienes no? Las tecnologías están ahí, son penetrantes. Pero también están ahí el Estado, los sindicatos, los trabajadores en general, los consumidores. Y mientras más sepamos sobre el tema y mientras más nos ocupemos de pensar en términos sistémicos y colectivos, no solamente qué voy a hacer yo, si me pasa que voy a hacer reemplazado. Bueno hay que pensar ¿qué pasa con el sector?

“… es probable presuponer, por las tendencias que ya se observan, que en distintos ámbitos y tipos de ocupaciones vamos hacia una digitalización cada vez mayor.”

 

Entonces, eso no está dicho también porque hay otras fuerzas sociales que participan de ese proceso. El paso de la innovación es liderado por empresas. En algunos casos estados que apoyan ese tipo de desarrollo y el esfuerzo para hacerlo. Pero no son los únicos actores de la opción. El espacio de la adopción de las tecnologías, del lado de la adopción, este lado del mostrador también es importante porque va marcando el ritmo con sus propias reflexiones, con sus propias potencialidades.

Entrelíneas: ¿Qué precauciones crees que deben tener las empresas, por un lado, y los sindicatos por el otro, para garantizar que la adopción de esta Inteligencia Artificial o de estas tecnologías no se traduzcan en pérdidas de empleo o en mayores desigualdades laborales?

Carina: En el caso de las empresas, dependiendo de las ramas tienen que tener muy en cuenta la fuerza sindical del sector. Un sector donde la fuerza sindical es importante, como el automotriz, también regula esa condición. Por lo general, en las automotrices de Córdoba han estado participando activamente. Es más, hasta en todos los procesos de incorporación de nuevas tecnologías que la planta de volumen de Córdoba ha ido encarando, siempre desde la premisa de que la incorporación de tecnología no genere desempleo. Y que, a la vez, para los trabajadores signifique algún tipo de alivio y no una sobrecarga.

Entonces, algunas tecnologías de automatización -no sólo inteligencia artificial-, ayuda a la ergonomía. Los trabajadores tienen que cargar elementos menos pesados, hacer movimientos menos dañinos por el cuerpo. Si bien el principio es siempre la resistencia espontánea, que eso nos pasa a todos al incorporar la nueva tecnología que no conocés -como no la conocés, un poco de miedo le tenés-. Cuando eso se va llevando adelante de manera mancomunada, entre el actor de la producción y los del trabajo, suele ser de provecho para todos. Para la empresa significa que la productividad aumenta porque se trabaja mejor en menos tiempo, por lo tanto, se produce más. Y para los trabajadores implica que se trabaja mejor en menos tiempo. Por lo tanto, terminás ganando más. Sea porque trabajas menos hora, por la misma remuneración. O por qué trabajando la misma cantidad de horas que antes, recibís una remuneración más alta por premios, por productividad. Eso es algo que obviamente no sucede en todos los sectores. Hay sectores en los que ni siquiera existen estas dinámicas de rebaja de la jornada laboral, con aumento de la productividad para la empresa y conservación en salario para los trabajadores. O sistemas de premio productividad. Ni siquiera existen. Pero se da esa dinámica de que los saltos de productividad, que suelen producirse cuando se incorpora una tecnología útil al proceso productivo, son evidentes. Entonces, eso hace que todo el mundo lo registre al menos. Y que se puedan generar conflictos eventuales, por la apropiación de los frutos de esa productividad, en el lugar de trabajo.

Las empresas también tienen que tener muy en cuenta eso. En cada vez somos más los que nos interesamos en estas cosas y sabemos un poquito más del tema. Entonces, no va a ser igual para nosotros si trabajamos en una empresa que incorpora tecnologías todos los días y nos sigue pagando lo mismo o cada vez nos exige más. Cuando sabemos que esa tecnología está generando ganancias mucho mayores para las empresas.

También pasa al revés: en corporaciones de tecnología que resultan fallidas.

No sé si alguien se acuerda, pero hace varios años cuando todavía existían las oficinas de Claro, Telecom, las empresas telefónicas… había una moda, tanto en ese tipo de oficinas como en los bancos, se ponía un mostrador automático para sacar turnos para hacer solicitud. Era como un curso cuadrado, así un poco más bajo que una persona, que tenía un montón de funciones. Nunca nadie sabía cómo usarlo. Lo que pasaba era que lo que se suponía que tenía que saber para agilizar el flujo de tránsito dentro de la oficina, no servía para eso. Se terminaba haciendo una cola bárbara porque el aparato lo tenías que usar sí o sí. Y terminaba la empresa destinando personal, dos o tres personas, a que se paren al lado para explicarte cómo se usa. Eso no es tan poco común, digamos. Suele suceder. Eso pasa también porque, a veces, las empresas compran proyectos que les venden en los centros tecnológicos y que no están suficientemente estudiado para garantizar que van a ser ventajosos para su proceso productivo en cualquier ámbito. Las empresas también tienen que estar atentas a eso. Que una falla puede tener que ver con la relación con los consumidores, como es este caso. Pero otra falla también puede tener que ver con el proceso productivo en sí. Y que traiga problemas para hacer tu trabajo bien. Si te ponen un sistema que es imposible de aprender a usar rápido, toda la línea de producción -no importa en qué: una imprenta, una automotriz o lo que sea- se frena. Porque se impone la burocracia del sistema técnico, antes que un proceso productivo fluido. Eso también hay que tenerlo en cuenta.

Los sindicatos lo saben ustedes mucho mejor que yo. Lo que a mí me parece es que los sindicatos tienen un rol estratégico para aprovechar en procesos como estos. Pueden exigir participar de esos procesos de incorporación tecnológica, con el grado de novedad que tienen. Hacer incorporación de nuevas tecnologías, modificando radicalmente procesos de trabajo, sin ni siquiera un chequeo -no sé si una consulta- prefiero un chequeo.  Incorporar a los trabajadores en el diseño de  ¿cómo se consigue? ¿cómo se piensa? ¿cómo se hace? ¿cómo se revisa? ¿Qué resultados tuvo? Muchas veces solo resulta un problema: para la producción, problemas por el vínculo entre la patronal y los trabajadores. Entonces, los sindicatos tienen un rol hoy para tomar la delantera en poder formarse, por tener claro de qué se tratan estos procesos. Y tener propuestas para su propio ámbito. Y que justamente, esas organizaciones representativas y colectivas gozan de una concentración de conocimiento sobre su propio ámbito productivo que no tiene nadie más. Que no tiene un trabajador individual tampoco. Y ninguna empresa. Eso es una diferencia y un valor que me parece hay que poder explotar.

¿Y los trabajadores que tienen que tener en cuenta en estos procesos? Por un lado, no alarmarse a priori porque muchas veces la incorporación de biología resulta en alivio de las tareas o en una mayor productividad que pueda redundar en mejores remuneraciones. Cobrando más por el mismo trabajo o cobrando lo mismo y trabajando menos para lo mismo. Pero, también teniendo en cuenta cómo se dan esos procesos. Y si los están integrando o no para pensarlos, implementarlos. Y eso es muy importante y es una demanda legítima.

Entrelíneas: ¿Cuál es y cuál podría ser el rol de las regulaciones políticas y sociales a la incorporación de tecnologías de frontera en el mundo del trabajo?

Carina:¿Cuál es el rol? Casi que, todavía, ninguno. En términos locales, pensando a nivel de Argentina, la regulación y los procesos de desregulación son largos, muy incipientes, inexistentes para muchos ámbitos. Todavía se está intentando terminar de legislar sobre telecomunicaciones. O sea, sobre las generaciones anteriores de las telecomunicaciones, que no tiene nada que ver con la sensación productiva ni con la inteligencia artificial. Regulaciones a nivel de sectores, es decir, normativas que guíen y que impongan a las empresas modos de incorporar tecnologías: eso todavía no existe. No existe ni en los regímenes promocionales, ni los industriales. Los distintos sectores. No existen tampoco políticas de digitalización que intervengan sobre procesos existentes.

Es decir, hay muchos planes estratégicos, políticas que están diseñadas pero que no se han implementado sobre cómo digitalizar más la producción en Argentina. Pero son políticas de otro orden, más general para el ámbito productivo. Entonces, después ¿qué hace cada empresa con eso o cada sector con eso? Es más bien discrecional. Y tendrían que existir regulaciones que, aunque fueran transversales, pudieran indicar a los actores sociales cuáles son los límites para cada cosa.

Entonces, si la Ergonomía es un límite sobre eso tiene que haber regulación. Si el desgaste mental o intelectual, que implica una sobrecarga para gestionar sistemas técnicos que antes no usabas, en el trabajo más físico, también debería ser regulado. La relación con un empleador, es decir, lo que tiene que ver con la formalidad de la relación laboral también debiera ser regulada. Sobre todo, con el caso de las plataformas que son como un empleador oculto. Parece que no trabajás para nadie. Porque sos un usuario. Ahí se representa muy patentemente, digamos, la inexistencia de una regulación general y potente para poder mostrar que se trata de relaciones laborales. Y no de relaciones técnicas. Eso deberá suceder en todos los sectores: registrar y regular sobre el hecho de que lo que está siendo afectado, con la incorporación de estas tecnologías, son relaciones laborales.

Todavía no hemos llegado a una especie de punto cero. ¿Cuál es el objeto de la regulación? ¿Qué hago con el artefacto, con la tecnología, con la herramienta? ¡No! Que hago con la relación de trabajo: cómo ésta tecnología, que está mediando entre mi empleador -cualquiera sea- o mis clientes y yo se conduzca de modo provechoso y sanamente para todos. Esto todavía no está pasando.

Entrelíneas: En la campaña electoral pasada, para la Presidencia en Estados Unidos, pudimos ver cómo Facebook utilizó y vendió los datos de los usuarios, los clics y los algoritmos para cosas que ni el propio usuario sabía que le estaban vendiendo. Nos convertimos en un sujeto de consumo, de una relación que no somos conscientes… Y eso también puede ser un impacto muy, muy importante para empezar a regularlo…

Carina: Absolutamente. Muy oportuna la intervención. Porque eso muestra cómo las tecnologías desdibujan fronteras previas. Desdibujan fronteras entre los roles: quién es el empleador, quien no; quién trabaja, quienes no. Saben quién es consumidor, quién es influencer, quién es… A veces, todos son un poco de todo. Entonces, todas esas relaciones tienen que ser reguladas a la vez. Porque si no, siempre queda el margen para escaparse de eso. “Bueno, no, no sos un trabajador”. Sos un “colaborador” o sos un “Monotributista” o “No sos nada”. Sos un usuario que, en vez de comprar o pedirle a un Rappi que te traiga algo, sos un Rappi que está llevando algo. Pero da igual. Para la plataforma eso funciona de la misma manera. Y, hasta ahora, para los estados casi que también.

Ha habido iniciativas, por supuesto, sobre todo en Europa que tienen entonces actores de regulación, grandes actores en general, más consolidadas que las nuestras y las de Estados Unidos. Sin hablar de China, que es un sistema totalmente distinto para el mundo occidental. En Europa ha habido intentos, pero no han fructificado hasta ahora. Es muy difícil también regular a actores como estos. También es generar la conciencia de viabilidad para esas políticas, que puedan imponer condiciones a actores con esas características. No es fácil.

Y hay otro plano que hay que tener en cuenta, para tomar la medida de la envergadura de a qué nos estamos enfrentando. Y tiene que ver con el plano financiero: esas empresas pueden producir en Taiwán, en Brasil, pero están inscriptas en Seychelles o en Irlanda. En realidad, no son empresas ni siquiera estadounidenses. Son empresas que casi no existen. Podríamos decir. Eso es otra cosa que también pasa en Chile. Se fragmentan en una cantidad de firmas, más o menos ficticias, que trafican productos entre sí. En teoría, para los libros, en los registros se venden entre sí. Apple lo vende en Estados Unidos. Y nunca se pueden trazar, los procesos. Y eso lo vuelve mucho más difícil cuando se trata de iniciativas que tienen que ver con el mundo laboral. Si fabricás para Apple, pero sos un empleado de una subsidiaria de Foxconn -una empresa taiwanesa- que tiene tercerizado los procesos de los pedacitos de los chips. Entonces, es una trama súper compleja. Y con la complejidad que tienen las legislaciones tienen que ser muy inteligentes y estar a la altura de esa complejidad para poder ser activas también en esta materia.

Entrelíneas: Nosotros en el Poder Judicial de la provincia, el año pasado sufrimos un hackeo fenomenal, digamos en la escala. Que hizo que todos los sistemas que están bastante digitalizados hacia dentro del Poder Judicial, por lo menos en la capital se frenaran. No se pudo usar el sistema interno, estuvo así muchísimo tiempo hasta recomponerse. Pero, por otro lado, sin saber nosotros como trabajadores y tampoco como sindicato… ¿qué pasó con la información? ¿cuán grave fue el acceso a la información? No solo de causas judiciales o de sistemas ya establecidos. Sino de causas, de datos personales de los trabajadores y las trabajadoras.

Y bueno, ciertamente a nosotros como sindicato eso nos los puso en un lugar complejo, porque es muy difícil saber qué preguntar. Y una de las respuestas también fue que la empresa, que aseguraba esa información, era estadounidense. Y era difícil contactarse con esa empresa. Y bueno, todo esto que estamos hablando recién sobre lo difícil de lidiar con empresas transnacionales. Y ahí quedó. Nosotros no sabemos, al día de hoy, cuán grave ha sido o será para nosotros el acceso a esa información, sin contar el acceso a las causas judiciales.

Como el sistema lentamente se recompuso… bueno, el futuro no se ve. Y sí, los gremios tenemos ahí una dificultad sobre qué preguntar, cómo y hasta dónde exigir…

Carina: Sí, sí, eso es un tema que quienes estudian los sistemas impositivos globales tienen mucho para decir. Por más que no se trate cuestiones estrictamente impositivas, como este caso que estás contando. Porque son, justamente, los que terminan develando cuál es la estructura de esas firmas. Y qué debería poder ser trazable. Y podría serlo si hubiera un acuerdo global para que tengan que brindar toda esa información. E incluso tengan que inscribirse de una determinada forma. Entre esas sus características legales y y contables. Y ahí hay también otro tema importante, vinculado, en esto de cómo es tan fácil deslindar responsabilidades. Porque, en términos de relaciones laborales no sabés a quién recurrir. No tenés un empleador, un patrón, digamos. No sabes ni qué preguntar, ni a quién preguntárselo, ni nada. Y el Estado tampoco puede hacer. Está atado por la legislación, las normativas que existen y no sirve. No aplica para casos como este.

Entrelíneas: ¿Quién responde en el caso de, por ejemplo, que una inteligencia artificial se aplique en una cadena productiva y toda esa cadena productiva falle? Cuando hay detrás una inteligencia artificial, hay un algoritmo que te va respondiendo, no hay una persona que esté programando ese algoritmo. Es simplemente una inteligencia que ha aprendido sobre sí misma o sobre los códigos dados. Y ahí hay un gran vacío legal que, en términos laborales para los trabajadores, nos deja sin nadie a quién acudir en el caso de que suceda alguna problemática que afecte individualmente a la persona. Pero también a niveles más masivos, más de empresa o de estados, justamente, no tenemos a quién poder demandar…

Carina: Sí, es un desafío enorme este conjunto de vacíos legales. Y está pasando otra cosa a nivel empresarial y global, en un punto es un poco lo contrario: es legislar sobre algo, pero para que quede determinado a favor de las empresas, ante el vacío legal de la actualidad. Tiene que ver con el lobby que están haciendo las grandes empresas de internet, en la Organización Mundial del Comercio, levantando la bandera de la neutralidad de la red, que es una bandera históricamente asociada a movimientos sociales ligados a la tecnología.

Es decir, que la red Internet en sí y las redes de las que se compone, no pueda ser intervenida por los estados. Porque hay un riesgo autoritario ahí, que hay que poder frenar de ante mano. Desde los años ´70 hasta la década pasada, hasta hace muy poco, la neutralidad de la red era un valor social. Tenía que ver con esa posibilidad de que estados autoritarios invadieran la privacidad y los derechos de los ciudadanos. En realidad, lo que está pasando desde hace tiempo no es exactamente eso. Sino que quienes invaden esos espacios son empresas, no son estados. Y estas empresas bregan por legislar, y el espacio para eso es la Organización Mundial de Comercio, que es el que genera los acuerdos internacionales y regula sobre los flujos comerciales de lo que sea. En este caso, de datos e información para que la red sea neutral. Y entonces eso “ayude” a que no puedan ser identificados los responsables. Se ha invertido y se ha pervertido ese valor de la neutralidad de la red, dada la configuración actual de las tramas industriales asociada a internet. Que no es la misma que hace unas décadas.

Entrelíneas: ¿Qué consideraciones éticas crees que deben abordarse al implementar sistemas de Inteligencia Artificial y de nuevas tecnologías en el mundo del trabajo?

Carina: No son muchas cosas, sino una que me parece bastante básica, que es que la incorporación de la tecnología mejore el proceso del trabajo para el trabajador. Eso en Economía, casi desde cualquier marco teórico, inspirado por cualquier clase de ideologías sobre el sistema económico, redunda en productividad. Entonces no es cierto cuando algún actor diga que, si mejoran las condiciones de trabajo para el trabajador, eso puede redundar en pérdida para la empresa. En el mundo real de la producción eso está demostrado para muchos sectores, muchos estudios con distintos enfoques. Entonces, un primer punto es ese: la tecnología que se incorpora es de inteligencia artificial ¿puede llegar a empeorar de algún modo las condiciones laborales de las personas que están involucradas en un trabajo en el que se use su tecnología… ¿sí o no? Si la respuesta es sí, entonces, hay que volver a revisar para qué se incorporaría esa tecnología. Cuando, además, puede ser que no resulte tan productiva como puede parecer en un comienzo.

Otra cuestión ética importante, en relación al mundo del trabajo, tiene que ver con las responsabilidades. Porque ha habido casos en los que se termina poniendo la responsabilidad sobre el trabajador cuando hay un problema con el uso de una tecnología. No asumir que el trabajador que está usando la tecnología, en el momento en que alguna cosa se pasa, es el responsable de todo. Porque, efectivamente, cuando hablamos de devoluciones automáticas de una herramienta eso puede no ser así. Hay que definir esas responsabilidades y esos actores involucrados.

Un tercer eje que me parece importante, respecto a la ética de la tecnología en el mundo del trabajo, tiene que ver con que su incorporación no vulnere derechos adquiridos. Porque eso también puede pasar cuando pensamos en la relación entre tecnología y empleo, o tecnología y desempleo. Tenemos ahí un eje de derechos laborales muy importante para pensar y para definir. Si la incorporación de la tecnología determina o implica que un montón de gente se queda sin trabajo y no pueda reemplazar ese trabajo por otro de iguales condiciones… entonces, no es una tecnología socialmente útil.

Y así con los distintos campos de los derechos de los trabajadores y trabajadoras que hay que considerar. Y que pueden entrar en vínculo con la tecnología, en algún momento.

Entrelíneas: Creo que la idea no es estar en alarma o en alerta per sé, pero sí cuidar la función social de un agregado tecnológico. Me parece fundamental. Recién mencionaste el ejemplo muy claro, que lo tuvimos en la Policía Judicial y en las Unidades Judiciales, donde pusieron un Turnero digital a la entrada para la atención -aparentemente más rápido- de los usuarios de justicia. E implicó que hubiera una persona al lado explicándole a la gente cómo usar ese Turnero, cómo imprimirla denuncia… porque hay un montón de caminos no recorridos. ¡Ni hablar de que hubiera luz en la Unidad Judicial para que eso anduviera! Pero hizo que el trabajo fuera muy deficiente y muy cuestionado. Pero la respuesta es “los trabajadores no quieren usar la herramienta”, “no se quieren amoldar”. Y sí había un trasfondo de que había una contratación con una empresa que había que usar…

Nosotros estábamos como en ese proceso. Dentro del Poder Judicial no se usa la inteligencia artificial per sé. Sí en algunos estadios, como en el Foro de Ejecución Fiscal que es para quienes resuelven el sistema de multas. Está muy vinculado a lo que vos decías recién que se podía estandarizar. Nosotros hoy necesitamos tener un control de qué sucede ahí, cuáles son los criterios que se determinan si se está pensando que la justicia avance hacia un sistema estandarizado de resolución de causas. Pero hoy en día en Córdoba por lo menos eso no se está aplicando. Aunque es como un objetivo. De hecho, la presidencia del actual TSJ lo planteó al inicio del año, que era un objetivo incorporar tecnología para hacer más veloz la resolución de las causas. Como usuarios de justicia, en el caso de que eso funcione mal… ¿Cuál sería el control que el secretario o el funcionario debería hacer sobre eso? ¿Y qué rol le cabe a los empleados dentro de ese esquema productivo si se quiere? ¿Hay algún control humano?

Carina: Algo muy importante en ese punto es que los algoritmos son, básicamente estadísticas muy avanzadas. Tienden a reproducir los patrones que el conjunto de datos presenta. Y esos vectores y esas tendencias. Por eso se han visto casos como los de la Visión artificial, con las cámaras de reconocimiento biométrico, que dan determinados resultados. Porque en la programación hay sesgos sexistas, racistas respecto a eso. Imagino que en el campo de ustedes eso se representa en una cantidad de situaciones.

Entrelíneas: Hay como un montón de ingredientes que tienen que ser tema abordados a través de la humanidad de una persona…

¿Cómo podés ver o cómo podés sugerir que una Inteligencia Artificial o la tecnología pueda mejorar y qué riesgos puede haber? Para tener en cuenta nosotros como sindicato…

Carina: Me remito a dos problemas. Uno el de la sustitutabilidad de las tareas. Y otro el de la Ergonomía, pensada en términos amplios: cómo la incorporación de una tecnología a que para que tu trabajo sea más liviano.

“Si la incorporación de la tecnología determina o implica que un montón de gente se queda sin trabajo y no pueda reemplazar ese trabajo por otro de iguales condiciones… entonces, no es una tecnología socialmente útil.”

 

Por un lado, tenemos una potencialidad negativa, en la medida en que mucho del trabajo jurídico tiene que ver con procesar información. Y, seguramente, muchos puestos de trabajo se vinculan a tareas de ese tipo. Hay una exposición relativamente alta en esos estratos a la sustituiría por máquinas. Hay que tenerlo en cuenta. No será así, necesariamente, en aquellas en la resolución de tareas que implican creatividad o criterio humano. Como las normas, que como no es una ciencia exacta, tiene mucho de los márgenes de interpretación, la jurisprudencia, poder también incorporar antecedentes que tienen que ver con una historia. E incorporar eso, como criterio, a una situación dada. Para esos tipos de tareas u ocupaciones que son más creativas -y para las que se requiere este conocimiento tácito en mayor medida- quizás no hay tantos peligros de sustitutabilidad.

Seguramente, ustedes que conocen el Poder Judicial, identificarán cuáles son esos estratos o tipos de ocupaciones en los que la sustitutabilidad es mayor. Por la posibilidad de estandarizar procesos de gestión de información.

Y en el otro sentido, el de la Ergonomía, justamente para los mismos campos, en todo lo que tenga que ver con el procesamiento de información e incluso con la producción o la generación de información nueva y necesaria para los distintos procesos, la tecnología puede ayudar muchísimo. Para mejorar la calidad de un producto uno puede ser asistido por alguna herramienta, como la Inteligencia Artificial. En la medida que aporten soluciones en relación a los trabajadores y trabajadoras. Y en relación a los usuarios de la Justicia también.